Gestion de acceso e identidades (IAM)

La gestión de identidades y accesos (IAM) es la disciplina de seguridad que permite a las identidades adecuadas (¿Quién?) acceder a los recursos adecuados (¿Dónde?) en el adecuado (¿Cuándo?) y por las razones adecuadas (¿Para qué?). La IAM responde a la necesidad crítica de garantizar un acceso adecuado a los recursos en entornos tecnológicos cada vez más heterogéneos.

Tradicionalmente, las empresas utilizaban software de IAM local para gestionar las políticas de identidad y acceso, pero hoy en día, a medida que las empresas añaden más servicios en la nube a sus entornos, el proceso de gestión de identidades se vuelve más complejo. Por lo tanto, la adopción de soluciones de identidad como servicio (IDaaS) y de IAM en la nube se convierte en un paso lógico.

La IAM en la nube suele incluir las siguientes características:

  • Interfaz de control de acceso único. Las soluciones de IAM en la nube proporcionan una interfaz de control de acceso limpia y coherente para todos los servicios de la plataforma en la nube. Se puede utilizar la misma interfaz para todos los servicios en la nube.
  • Seguridad mejorada. Puedes definir una mayor seguridad para las aplicaciones críticas.
  • Control de acceso en materia de recursos. Puedes definir funciones y conceder permisos a los usuarios para acceder a los recursos con distintos niveles de granularidad.

Las soluciones IAM son importantes para las organizaciones porque mejoran la seguridad, respaldan los esfuerzos de cumplimiento y optimizan la productividad de los empleados. 

¿Por qué es importante la Gestión de identidad y acceso (IAM)?

El control de acceso es una pieza esencial del rompecabezas de la ciberseguridad. Pero ahora, dada la complejidad y la interconexión del panorama informático en evolución, son cada vez más las que se dan cuenta de que la identidad es un componente que no puede faltar.

En resumen, la transformación digital se aceleró durante la pandemia de COVID-19. Para algunos, saltó varios años. Con el auge de los entornos de nube múltiple, la inteligencia artificial (IA), la automatización y el trabajo remoto, las empresas proporcionan acceso a más tipos de entidades a través de un entorno cada vez más distribuido. Sencillamente, tienen más identidades de las que pueden gestionar.

Mientras tanto, los ciberdelincuentes evolucionan con la misma rapidez. Con una combinación de estrategias de ataque sofisticadas e impulsadas por IA, están atacando a los usuarios con un enjambre de estafas de phishing, malware, ransomware, y mucho más. Sin IAM, es exponencialmente más difícil contener una amenaza porque los departamentos de TI no tienen visibilidad sobre quién tiene acceso a qué recursos. Peor aún, no pueden revocar el acceso privilegiado de un usuario comprometido.

Por suerte, la tecnología IAM permite lograr un equilibrio entre seguridad y accesibilidad. Permite a las organizaciones establecer privilegios de acceso granulares para usuarios y dispositivos sin obstaculizar la productividad o la experiencia del cliente. En lugar de restringir los permisos de forma generalizada, una herramienta IAM puede implementar protecciones de forma individualizada.

Seguridad IAM y Zero Trust

IAM es una base clave para construir una arquitectura Zero Trust. En resumen, Zero Trust es un modelo de seguridad que aboga por una gestión de identidad estricta y supone que cada conexión, dispositivo y usuario es una amenaza potencial. Esto contrasta con los modelos de seguridad tradicionales, que están basados en la confianza implícita.

Hay tres principios integrales para la seguridad Zero Trust:

  1. Autenticación contínua: Las organizaciones deben conceder un acceso seguro basado en numerosos factores de riesgo que se comprueban contínuamente a lo largo de una sesión determinada. En otras palabras, deben verificar las entidades en función de su identidad, ubicación, dispositivo, servicio, etc.
  2. Limitar el radio de explosión: Los equipos deben suponer siempre que se producirá una filtración de datos y maximizar la visibilidad de la actividad de los usuarios y del tráfico de la red, para detectar así anomalías y amenazas.
  3. Acceso menos privilegiado: Las entidades solo deben tener el permiso necesario para cumplir su papel o función. Por ejemplo, los empleados no deberían poder acceder a bases de datos confidenciales si no están relacionadas con sus responsabilidades laborales.